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Dos vidas



Dos vidas
© J. G. Chamorro



DOS VIDAS


En una pequeña aldea de un remoto valle, vivía Shin, un extraño y poco comprendido susurrador de puentes. Todos los días, se levantaba antes de la salida del sol, realizaba sus tareas de higiene personal, y al terminar, se preparaba para encender una tira de incienso, y dedicar unos minutos a reflexionar antes del comienzo de su jornada. Pensaba en su vida, en lo que le deparaba el futuro, lo que le planteaba el nuevo día, o a veces, recordaba tiempos pasados.

A poca distancia de la casita de Shin, había otra pequeña vivienda que era habitaba por Hiyori. Hiyori dedicaba su vida a los reflejos del agua. No obstante, en sus largos años de cercanía, Hiyori y Shin, apenas habían cruzado sus vidas en unas pocas ocasiones.



Algo cambió, y comenzaron a encontrarse a la salida del templo al que acudían con asiduidad, de manera que Hiyori podía escuchar las historias de los susurros de puentes, y Shin aprender de los reflejos del agua.

Estas conversaciones juntos, hacían que por breves instantes cada uno pudiera olvidarse de sus ocupaciones diarias, y en cierta forma, centrarse en las del otro, compartiendo de una manera extraña y especial una parte de sus almas. Otras veces, sencillamente compartían la contemplación en silencio.

Llegó un día en el que un puente lejano, en la montaña al otro lado del bosque requirió la presencia de Shin, así que éste se puso en camino hacia a su misión. Comenzó a caminar, atravesando bosques frondosos y solitarios, acompañado únicamente por su ser. La distancia era larga, y a veces dificultosa, aunque no era una empresa que no hubiera llevado a cabo otras veces.

Tras dos días de viaje, su avance comenzó a verse acompañado de los pensamientos de Hiyori, que cada paso que daba se encontraba más lejos de él. Durante las noches, la pequeña hoguera que encendía, calentaba su cuerpo y alimentaba su corazón. La visión de las llamas le hacía sentirse pequeño y solo.

Y es que, con ella, los días grises, eran días menos grises; el agua clara del río, era más clara; y la luna en el cielo era más luna y el cielo era más cielo. Porque al final, ella era su luna, y ella era su cielo.

Al terminar de atender al puente enfermo, se puso en marcha de vuelta hacia su aldea natal, y el encuentro con su amada. Deshacía el camino que hubiera iniciado no hace mucho, y cuanto más caminaba, más se daba cuenta de lo ella le hacía falta.

Llegó finalmente a su aldea, y rápidamente se dirigió hacia la casa de Hiyori. Más al llegar, se encontró con que ella había abandonado la aldea. Por más que buscó, no encontró indicio alguno de su nuevo paradero. Shin salió de la casa, y se marchó.


FIN

Notas a "Dos vidas":
Aunque no es siempre así, en la vida preferimos las historias que deparan un final feliz. Sin embargo, este pequeño cuento de estilo Zen, es mucho más interesante con el dramático final que decidí añadirle al último momento. Se termina incitando a la reflexión, que es uno de los objetivos del estilo.

Todos sabemos que los nombres japoneses, tienen significado, en este caso, Hiyori significa serena, tranquila, sol; mientras que Shin quiere decir mente, alma, espíritu o corazón.

Como añadido, ha sido mi primera creación escrita completamente sobre LibreOffice, que le da un toque de pensamiento libre, y que en mi opinión combina perfectamente con la filosofía oriental que pretende.

J. G. Chamorro


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